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  • Foto del escritorDaniel Salinas

Olga de Kiev, la santa vengativa

Actualizado: 7 mar


La vida de Santa Olga de Kiev resulta un apasionante relato digno de una novela o una película. Como más adelante veremos, tenemos amor, venganza, intrigas políticas, grandes batallas… Todos los ingredientes para un capítulo de Juego de Tronos o una tragedia griega. La naturaleza tan fantasiosa de la vida de esta reina del Rus de Kiev es tal que muchos expertos señalan la posibilidad de que buena parte de su biografía sea el resultado de exageraciones inventadas a posteriori. Yo, personalmente, coincido plenamente con esta opinión. De manera que, a lo largo de explicación, me pararé en los momentos más polémicos.


Todo dio su comienzo en las gélidas planicies de Vibuty, una pequeña aldea rusa de incierto origen (Cercana a Pskov) donde convivieron influencias eslavas y varegas tras las campañas de Rurik. Aquí nació en cuna humilde Olga, una mujer de gran belleza y audacia. En este punto tenemos el primer elemento de dudas, y es que, aunque las crónicas coinciden en atribuir ese origen humilde a la reina, los historiadores modernos tienen razonables dudas. Si bien resulta difícil incluso comprobar la propia etnicidad de Olga, se considera probable que debió de pertenecer a algún tipo de élite local, bien varega o bien eslava. De esta manera, su posterior matrimonio respondería a un interés de los gobernantes del Rus de Kiev de tejer alianzas con otras elites locales en un esfuerzo por mantener la paz en sus dominios.



Ilustración medieval de Santa Olga

El año de su nacimiento ha quedado sumido en la tiniebla de la carencia documental. Sin embargo, sí tenemos referencias al momento de su matrimonio con el príncipe Igor, año 903. De manera que, “cogiendo con pinzas” las fechas, probablemente Olga nació entre finales del siglo IX y principios del siglo X. La siguiente referencia a Olga la tenemos mucho después, en el año 945, donde figura junto a su esposo y su hijo Svyatoslav en la firma de un tratado de paz con el imperio bizantino. A partir de aquí, nuestra protagonista asumió, por trágicos motivos, un papel totalmente decisivo en la política del Rus de Kiev; un papel que la llevaría, siglos después, a convertirse en santa.


En este mismo año, 945, las crónicas atestiguan un amargo conflicto entre los drevlianos y los soberanos del Rus de Kiev. Los repetidos fracasos militares frente a Bizancio obligaron al príncipe Igor a confinarse en la ciudad de Kiev, delegando la actividad bélica a los nobles. Esto generó la ira de su guardia personal, que se vio privada por completo de botines de guerras. La tensión fue tal que Igor temió por una conjura contra su vida, con lo que se lanzó en una campaña de recaudación fiscal contra los drevialnos, un pueblo eslavo cercano a Kiev. Este pueblo consideró abusivos los tributos que se les exigieron. Y como respuesta, aniquilaron de un modo horrible al príncipe Igor en las inmediaciones de la ciudad de Kórosten. De acuerdo a las crónicas, Igor fue amarrado de pies y manos a las cimas de cuatro árboles para posteriormente ser descuartizado.


Tas la victoria de los drevlianos, su líder, un príncipe llamado Mal, pidió la mano de Olga. Este acto cabe destacarse que entraba dentro de la normalidad diplomática de la región, pero Olga, temerosa de convertirse en una marioneta de Mal, no estaba dispuesta a aceptar. Sin embargo, decidió usar esta oferta como una excusa para perpetrar su venganza contra los drevlianos. Esta venganza en sí es el tema más ampliamente debatido entre los historiadores. La mayoría coinciden en que algún tipo de represión debió existir, no obstante, se piensa que los hechos de la narración clásica son en su mayoría inventados a posteriori.


El primer terrible acto de venganza ocurrió poco después de aceptar la propuesta de matrimonio de Mal. Olga solicitó que el primer cortijo de casamenteros cargados con regalos llegase por barco a través del río Dniéper. Esto resultó extraño a los drevlianos, pero cedieron a la petición. Entonces, Olga mandó cavar enormes fosas en las inmediaciones de Kiev con el objetivo de enterrar vivos a todos los integrantes de la delegación drevliana además del propio barco. Y así se hizo, fueron todos lanzados a las fosas y enterrados vivos.


El segundo acto de venganza llegó con la segunda delegación Drevliana, la cual, según se especula, debía desconocer el destino que auguró a la anterior. Estos fueron invitados a un baño caliente por la propia reina, pero esto resultó ser una artimaña para quemarlos vivos en la propia sala de baño. La simbología de este hecho resulta evidente, puesto que el baño pretendía “limpiarlos”, “Purificarlos”. Cosa que entronca con el destino de morir entre llamas. Así pues, limpiaría de esos drevlianos el pecado de haber acabado con la vida de Igor.


El tercer acto de venganza ocurrió en torno al mismo lugar donde Igor fue asesinado, Kórosten. Allí, la reina solicitó llevar a cabo un banquete como forma de llorar todos juntos la muerte de su esposo y celebrar el nuevo matrimonio. El príncipe Mal, mostrando una credulidad y falta de prudencia cuanto menos extrañas, aceptó. Una vez todos quedaron congregados en el festejo, el propio príncipe Mal preguntó a Olga por los emisarios que había enviado. Ante esto, la reina se limitó a decir que “venían detrás de ella” a la vez que los animó para beber y comer sin parar. Una vez todos quedaron embriagados y llenos, huestes kievitas prorrumpieron en tropel en la sala del banquete pasando por la espada a todos los drevlianos presentes, incluyendo al propio príncipe Mal. Tras esta “boda roja”, finalmente se declaró formalmente la guerra entre Kiev y los drevlianos.



Ilustración de la toma de Kórosten

El cuarto y más terrible acto de venganza ocurrió en el contexto de esta nueva guerra. La reina Olga, acompañada de su hijo Svyatoslav (aún un niño), puso bajo asedio la inexpugnable capital de los drevlianos, Kórosten. Tras un largo asedio de varios meses, con ambos ejércitos exhaustos, la reina Olga, siempre sibilina y deseosa de venganza, remitió una extraña propuesta de paz a los drevlianos: Las tropas kievitas levantarían el asedio a cambio de un tributo de tres gorriones y tres palomas por cada familia de la ciudad. Los drevlianos aceptaron. Una vez recibido el tributo, la reina ordenó a sus soldados atar a todas las aves manojos de paja untados con brea, para, una vez se hiciese de noche, prender la brea y dejar a las aterrorizadas aves volver a sus nidos en Kórosten. De esta manera, provocó un enorme incendió que redujo la ciudad entera a cenizas. Tras esto, los supervivientes fueron capturados y la ciudad fue conquistada.


Aquí concluye la venganza de Olga contra los drevlianos, ahora reducidos a un pequeño grupo de malavenidos tributarios de Kiev. Una vez consolidado su dominio en la región, reformó el sistema tributario que tantos problemas había generado a Kiev, pasando de la Poliudie al Pogost. Este sistema delegaba la recaudación a un oficial de la corona, y, si bien siguió causando tensiones, se redujo mucho la conflictividad frente al sistema previo.


Años después de estos hechos llegaría el evento clave que la convirtió en santa: Su viaje a Constantinopla en el año 957. Aquí, con el propio Constantino VII como padrino, se convirtió al cristianismo. Sus esfuerzos desde entonces para la evangelización del Rus de Kiev fueron enormes, pero el ascenso al trono de su hijo Svyatoslav en el 965 pusieron punto y aparte a la cristianización de Rusia, ya que este mantuvo la religión pagana. Tres años después, Olga siguió siendo una figura clave de la política kievita, ya que organizó la defensa de la ciudad frente a unos invasores nómadas (los Pechenegos) junto a sus tres nietos desde un torreón. El año siguiente, el 969, su hijo anunció el deseo de lanzarse en una nueva campaña contra el imperio bizantino, cosa que agrió enormemente la relación con Olga. Esta trató de persuadir a su hijo de quedarse en Kiev y dejar atrás su rivalidad con Bizancio abrazando el cristianismo, “¿Acaso no ves que ya no soy más que una anciana enferma? A mí nada me importa, pero piensa en tus propios hijos a los que estuviste a punto de perder cuando nos invadieron los Pechenegos. ¿Acaso quieres que esto suceda una y otra vez?” Svyatoslav hizo caso omiso a su madre, la cual falleció tres días después, el 11 de Julio del 969. Mucho tiempo después, en el año 1007, Vladimir el Santo (Nieto de Olga) transformó el cristianismo en la religión oficial del Rus de Kiev, cristianizando así definitivamente el reino. Desde entonces, la tumba de Olga se convirtió en lugar de peregrinación. En el siglo XII finalmente fue canonizada como santa, y en el año 1547 se le confirió el rango de Isapostolos, es decir, igual rango que a los apóstoles, el mayor rango que puede conferir a un santo la iglesia ortodoxa. Cabe señalarse que Santa Olga también figura como santa católica, si bien su culto principal se encuentra en Ucrania, más concretamente en la Iglesia de los Diezmos, lugar donde fue enterrada.

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